"Con el tiempo, casi un año,
se muestra muy confiado,
ya se puede jugar con él
sin que termine sacando las uñas
porque ya sabe que no hay peligro
cuando me acerco,
y me lo demuestra cuando me ve
entornando sus ojazos azules,
regalándome su complacencia
con ese tierno contoneo suyo
mientras viene a mi encuentro
ofreciéndome su lomo sumiso
al llegar a mi...
Y se tumba para que lo acaricie,
y me busca con su mirada,
y me mira con ojillos adormilados,
y, a veces, hasta bosteza ampliamente
lo que me suscita palabras
portadoras de tierna intención
que le incita a apoyarla lentamente
con las patas bien estiradas
que recibo como un abrazo de confianza...
Y con los dedos peino todo su pelaje
y le susurro ternuras y cariños
que le hacen apretar los ojos
mientras me ofrece su cuello
para que por ahí también le rasque
y lo hago, como nunca antes hice
y yo creo que mi gato...
ya me conoce."
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