“Para ser egoísta no hay que ser libre
al nacer ya con esa premisa
y vamos por la vida con prisa
ajustando el paso a los demás.
Cuanto antes, uno quiere abastecerse
de lo que sensorialmente apetece
ya que en su llamada
se encuentra el bien estar.
¿Qué mérito tiene ser así?
Ya nacemos siendo animales
pendientes de nuestros instintos
penduleados en el rítmico acoso
del vaivén de perentorias necesidades
cuando éstas se hacen notar
con su particular y desagradable malestar,
desde la dependencia más natural
hasta la más artificial.
¿Dónde está la diferencia humana?
Pues si hago lo que me da la gana
del solitario animal, difiero en nada
pero convertir en gana lo que debe
en algún animal de madurez es muestra
dotando a otros de protección y aprendizaje,
lo cual va más allá de la egoísta apetencia.
Así que para ser egoísta no hay que hacer nada
y nada te costará hacer lo que te dé la gana
porque hasta de la estrategia para adquirirlo
la naturaleza te dotó guiando tu instinto.
Lo difícil es otra cosa hacer
distinta de ese hacer lo que te dé la gana
y superando el instinto ir más allá
de la propia contingencia animal.
Quizá esto sólo suceda
cuando a alguien le importe alguien
pues entonces se produce la diferencia
de que hacer cosas distintas de las que apetecerían
y convirtiéndolo en lo que les dé la gana
haya libertad porque hay elección de gana
y balance entre lo que pierde y gana,
aunque mejor lo explicaría cualquier animal.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.