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“El secreto para ser aceptado
es dar,
y para ser rechazado es...
no dar.
En realidad no existen los contrarios
y creemos verla en el derecho y el revés
pero así no es
porque existe sólo la contingencia existencial.
Si me das estoy bien
si me quitas estoy mal
pero si quitándome me compensas
estoy bien
pero si no resarce
siempre estaré mal.
Aunque quizá con mi mal
tú estés bien
o quizá a la viceversa suceda
actuando siempre lo se da
como detonante de la acción
en el rechazo o aceptación.
No hay otro silogismo vital
así somos los seres vivos
porque nada hay más contingente
a la vez que inevitable que la necesidad
que es el detector con el que nacemos dotados
para captar la fatalidad
y tras ello, actuar.
Quizá sea por eso que sentimos
y lo medimos todo por ese parámetro
atado a la ignota dinámica de la necesidad
y comandado por las hormonas directoras
que dirigirán al pensamiento y las acciones
a superar, si se puede, toda necesidad.
Con ello buscamos el bienestar
y lo llamamos sentirse bien
ya que éste es el mecanismo
con el que nuestro ser sabe innatamente
que está bien lo que recibe de la vida
y de lo contrario te sientes mal
porque es, que no se se te da,
apareciendo entonces la necesidad.”
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