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26 mar 2020

22/03/2020

“Se fue sin dejarme nada
sólo entonces la comprendí
mas cuando intenté atraerla
ciertamente la notaba dentro de mi
pero ya no balbuceaba palabras
ni existía hilo que lo cosiera
tan sólo era el impulso habitual
con el que iniciaba cada invitación
y tras el que brotaba la idea
con las siempre inaceptables vocablos
con los que culminaba mi ocurrencia.

Fue irte tú, madre
y mi ser bloquear el ímpetu
con el que revelaba mi estado de inconsciencia
aquel que tildaba de poesía
pero era más una terapia
que nada que perdurara en el tiempo
ni a nadie más que a mi sirviera,
porque nada significaba
más que sacar a la luz
aquello que me suscitabas
por lo hecho y lo echado
ya que tampoco tuviste la vida fácil
cuando iniciaste la vida con tu marido
y mi padre.

Pero ahora me desahogo,
no sé por qué,
vuelven a surgir las palabras que,
inconteniblemente, quieren verse escritas
en ese lienzo blanco en el que se quedarán
cuando al terminarlas me abofeteen
por lo imprecisas e irreverentes que son
ya que a nadie importarán,
ni casi a mi tampoco,
porque su mundo es el exiguo condenado
a desaparecer en el seco pozo del olvido
desde donde nunca mana agua
por mucho que se le alimente con manantiales
procedentes de los llantos injustos
de quienes ni quieren ser reconocidos
ni pretender ser nada más que nadie
ni menos que el dolor o la alegría que suscite
a quien tras leer estas palabras
le impresione.

Por eso,
ya noto que terminan de salir,
es como si ya no quisieran estar escritas
pues les cuesta dirigir mi coordinación
entre la mente y los dedos,
y así he de dejarlo
porque ya he cumplido la función
que para ella soy.

Gracias,
una vez más,

poesía.”

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Os presento los audios en los que he dividido un ensayo que espero os cale. Aunque está ordenado desde el último al primero, aconsejo empezar por el principio.