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“Envuelto en ensoñaciones
se convierte cierta palabra
en el sumun de la felicidad
ya que reúne en sí misma
tantas expectativas positivas
que suspirar ante la esperanza
se vuelve necesaria reacción
por ser profundo deseo vital.
Es sentirse el centro del querer
sentirse seguro y estable
representa un futuro acompañado
en la fidelidad de no ser traicionado
ni atraído por distracciones innecesarias
pues este grado de percepción
suscita tales euforias y sofocos
que...
¿Quién puede desear otra cosa?
En fin, es lo que uno percibe
quizá sin demasiada realidad
o quizá porque la realidad sea esa
la que toque vivir
de la mano de los instintos
potenciado por las hormonas
con la alegría de la ilusión
para realizar el proyecto vital innato
que a todos nos surge tarde o temprano.
Quizá obedezca en realidad
a conseguir esos elementos
tan necesarios para reproducirse
con alguien tan afín como distante.
Para el camino de crianza implícito
será necesario fidelidad y estabilidad
pues la sinceridad ha de ser constante
para que no deje de faltar el sustento
y alguna que otra sonrisa
cuando los problemas que se presenten
no se fijen con su tensión insoportable
en los reales defectos personales
y sean pasados por alto
ante el proyecto común que día a día
ha de mantenerse
para que aquello viva.
Así que es eso y no otra cosa
lo que nos hace sentir lo innato
que alucinando por las las hormonas
parecía tan hermoso y completo
pero luego habrá que usar de la voluntad
para transformar las tensiones inevitables
en elementos a superar
con esa persona que no es la misma
ni tampoco las circunstancias vividas
que cuando el cielo era la vida.
Pero eso, inevitablemente, terminará,
y siempre será egoísta la decisión
tanto como ciego y sin razón
fue enamorarse entonces
de esas esperanzas generadoras de suspiros.
Tan legítimo será seguir por convicción
como continuar buscando cuando aquello
ya no sea una esperanza detonante
sino que te desespera la ilusión.
El proyecto innato pervive siempre
pero quizá las circunstancias
no acompañen eternamente.
Tanto una cosa como la otra
obedece a los instintos naturales
pues a la conservación obedecen
pero de la energía
que ni se crea ni se destruye
tan sólo se transforma,
aunque se llame amor.”
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