“Di las cosas como son
que la realidad,
cuando puede ser explicada,
no necesita de más ayuda
y quien te escucha,
además de captar tus palabras,
se queda con el poso,
quizá involuntario, quizá no,
de tu acción.
Así, dile a quien te pregunte,
sin importar la edad o el sexo,
ni su credo ni su orientación
cual es tu respuesta
y que vea en este acto
un interior dispuesto
a la verdad.
Si lo dices con pereza
o si es el morbo quien te pesa
o la comparación habita en tu ser
o si hay lucha interior alguna…
Todo ello será el colchón
en el que repose la curiosidad ajena
y ten en cuenta
que con las blancas sabanitas de tus palabras
intentarás protegerlo
de la intemperie de la ignorancia
y según ello soñará
su realidad.”
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