“Todo aquello que somos en vida
por sustancias es controlado
y lo que llamamos amor y odio
no es más que una dosis de ellas
que liberadas en la sangre
al cerebro afectan
pues como marionetas de hilo
nos mueven a su antojo.
ADEMOS somos en esencia
pues son las siglas de las hormonas
que liberadas nos hacen sentir
alegres, tristes, placenteros o faltos,
fieles o protectores,
o nos ayudan a superar el dolor.
Todo aquello que termina en -ina
siendo hormonas nos controlan
y lo que llamamos enfado, risas, placer
o amistad o amor o necesidad natural
no son más que ellas actuando libremente
en la alienación que llamamos vida.
Adrenalina para dar energía,
para aumentar el gozo la Dopamina,
Endorfina contra el dolor,
ajusta los biorritmos la Melatonina,
Oxitocina para cariño y ternura
y para reír siempre Serotonina
Siendo ellas la sal de la vida
quién pudiera administrarse
la dosis que le faltara
y de esa manera recuperarse
antes de desgastarse.
Así es que en la vida real
las drogas ayudan
y los papeles sociales orientan
dirigiendo los sentimientos
donde las razones te aupen.
Sustituir hormonas por detonantes
que, buenos o malos, las susciten
para llegar al mismo punto
de quitarte las amarguras
aunque quizá no tenga el mismo fin
pero el resultado obtenido
será tan envidiable
como si por méritos hercúleos
los hubiera conseguido.
Pobre de mi que no me drogo
y de mi interior vivo,
pobre de mi que todo lo consigo
de la siguiente bocanada de mi ahogo.
No sé por qué estas hormonas
se empeñan en enseñarme la vida
en un mar en continuo oleaje
sin más apoyo que los nudos
con los que enlazo mis pensamientos
puestos a prueba constantemente
por mi fatal naupatía.”
Esas drogas que dan tanta fuerza en el interior que nada tienen que ver con adicción.
ResponderEliminarMe encanta venir a leer tus reflexiones.
Muchos besos.
Gracias por pasarte, siempre ere un regalo
ResponderEliminarMaravillosas drogas autogeneradas. Abrazos, David.
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