“A la naturaleza, por lo general,
se nos presenta como mero espectáculo
quizá como adorno complementario,
como alimento vulgar o de gourmet
o como herramienta de seguridad
o para encontrar algo o simplemente
agradar o acompañar una soledad
cuando no por cualquier figuración
y así damos cualquier sentido concreto
por el cual la naturaleza está.
Así que segamos la vida
para colocarla en un florero
y ver cómo se marchita y pudre
ante nuestros ojos,
adaptamos una vida animal
para que nos dé un uso concreto
atrapándola en ambientes artificiales
donde puedan ser rentables,
o pisoteamos a aquellos que
bien por asco o fobia o mero gusto
con su sola presencia accidental
o porque invadimos su hábitat
no dudamos en disfrutar con su muerte,
como siempre hacemos con ellos,
pues si alguien es dueño de todo
es el humano dios.
Pero, nada de ello es cierto,
y antes o después se vuelve en contra
todo aquello que le hemos hecho
para cuando ya sin capacidad
entonces nos convierta a nosotros
en adorno en un contexto social
o en útil para determinada sociedad
que no dudará en invadir nuestra casa
con avances apropiados a los que
tengan fuerzas y disposición
para el imparable e irreal
avance social que alguna vez
apoyamos con remedio o sin él.”
David Botía
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