“Cuando se está bien
las acciones de uno cesan
sumergiéndose en ese estado
desde el que uno aclama su
estar bien.
Tolerará que le aumenten el estado
consentirá lo que no le repercuta
pero su balance energético es el apropiado
como para que entienda
que así se está fenomenal.
Esto, que es algo muy personal,
puede convertirse en finalidad
e incluso desasosiego
cuando así quiera permanecer
no contentándose con su experiencia
sino demandando su suceder
al como necesidad se padezca.
Así que ese punto álgido contemplativo
que bien dura un instante o un ya
y tras él todo es desgaste
convierte a esa experiencia
en comparación con la realidad.
Esta falta de resultados esperados
que es la cotidianidad
genera un constante esfuerzo
por encontrar aquello que uno conquistó
y el recuerdo ansiosamente
empuja por obtenerlo otra vez
con acciones voluntarias e inconscientes.
Entonces, ese bien estar
es sólo una figuración rememorada
porque al suceder tan difícilmente
significa que el bien no siempre vence
sino que hay que estar esforzándose
porque el mal no te hunda
y aunque sea obviado
es la pura realidad.
Así es la naturaleza
que te hace estar siempre alerta
intentando que su ser particular
supere cada instante con fuerzas
para conseguir arañar unos segundos
al inevitable final
pero, si lo supiera podría optar
por un dejarse llevar
aunque al no ser más que un autómata
sólo hace lo que ha de hacer
según el rol que le toca
en el constante beneficio
de la ignota vida.”
Dabvid Botía
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