“¿Cuántas palabras equivalen
a un beso, o un abrazo,
un roce o un susurro,
un olor o un recuerdo?
¿Cuántas acciones suplantarían
a ese significado subjetivo
que cada una de esas situaciones
en cada cual significan?
¿Cuántas veces acertar
si es la palabra o la acción
lo que la persona demanda
arriesgándose a apostar en el instante
con una impronta,
quizá injusta
quizá inapropiada,
ojalá esperada?
Como no sé, o no puedo,
o no debo, o no quiero,
o no deseo...
engrandezcan mis palabras tu corazón
modere mis acciones tu mente
sea acogida mi intención en tu saber...
percibe mi anhelo.
Recíbeme como entiendas
que con todo ello debo estimarte
o quererte,
o amarte,
o desearte,
o cómo creas estoy contigo
con las palabras que emito
dejándolas desnudas sobre fondo blanco
o transportadas por el aire
que nunca podrán simular
a ese beso o ese abrazo,
ese roce o susurro,
o recuerdo o fragancia
que quizá tu prefirieras
en vez de éstas
con las que intento adularte
porque con tu existencia
a la mía,
animas.”
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