"La otra noche me desperté
leyendo sobre tu vientre unas palabras
que tu habías escrito,
estábamos acostados
y sólo aparecían de cintura para arriba
nuestros cuerpos desnudos.
Leía mientras tu sonreías
cada palabra que estaba escrita
con tinta negra, a veces azul oscuro,
formadas por renglones de seis o siete palabras
que no eran versos,
con loas que algo querías decirme.
Con mi dedo índice,
recorría cada renglón y en voz alta
iba pronunciando lentamente
cada una de ellas, y conforme avanzaba
aparecían palabras mal escritas,
sin significado, que también leía,
y nos producía cierta simpática hilaridad.
Al cabo de varias líneas
aumentaban estas situaciones
dándose el caso de que sólo una, dos o tres
tenían sentido y el resto no,
incluso varios renglones eran ilegibles.
Pero no importaba nada
porque cuando ya nada eran palabras
y todo eran sonrisas
acerqué mi boca a tu pezón derecho
y mordisqueándolo me desperté
con sabor a leche materna en la boca,
que saboreé
durante gran parte de la mañana."
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